miércoles, 19 de mayo de 2010

Domesticar internet

Por Álvaro Montes
NEGOCIOS/Se sabe que la red será buen negocio, el problema es que no se sabe cuándo lo será.
Revista Semana
Sábado 30 Enero 2010


Una noticia que pasó inadvertida hace poco fue la venta a mitad de precio del popular servicio de voz sobre IP Skype. Cansada de esperar en vano que Skype hiciera sonar la caja registradora, la tienda en línea ebay –que la había comprado hace cuatro años por 3.100 millones de dólares– tuvo que revenderla por 1.300 millones. Si Skype, con 405 millones de usuarios, no es buen negocio, ¿qué puede serlo?

Se conoció como 'burbuja punto com' un fenómeno ocurrido a finales de los 90, mediante el cual la economía norteamericana especuló en la Bolsa con el valor de las empresas basadas en Internet, en aquellos días portales de contenidos. Estas empresas fueron descomunalmente sobrevaloradas y no faltó el inversionista ingenuo que mordió el anzuelo y compró una de ellas por cifras asombrosas, para regalarla un par de años después, cansado de esperar en vano que su adquisición produjera algún dólar. Es claro que estamos presenciando de nuevo un fenómeno similar. ¿Cómo puede alguien decir que Facebook vale 6.500 millones de dólares, sólo porque está de moda, tiene varios millones de usuarios y promete algún día ser un negocio rentable? El joven Zuckerberg, creador de Facebook, no ha querido venderla, seguramente en espera de una mayor valorización de su célebre invento; pero podría estar dejando pasar una oportunidad increíble que no tendría después, cuando la economía se canse de esperar la quimera de oro que promete.

Google mismo, tan musculoso que es, empieza a perder la paciencia con su adquisición estrella, el popular servicio de videos YouTube, por el que pagó 1.650 millones de dólares en 2007, inversión que todavía afecta seriamente sus libros contables y que no le ha reportado nada significativo en ingresos.

Y así como los portales de contenidos desinflaron la expectativa económica 10 años atrás, las empresas emblemáticas de la Web 2.0 (Facebook, Twitter, YouTube, entre otros) empiezan a oler a lo mismo. Es cierto que hay diferencias con aquella primera burbuja, como las magnitudes, por ejemplo. En aquel tiempo, Terra pagó 12.000 millones de dólares por un portal llamado Lycos, y Yahoo compró Broadcast.com por 7.500 millones de dólares. Hoy no se llega a tales locuras, pero se sigue fabricando promesas en Internet que nada tienen que ver con la economía real y que en algún momento se desinflan.

La razón de fondo parece ser un misterioso fenómeno que los teóricos deberán estudiar: el espíritu libre de Internet. La gente quiere una Internet gratuita y libre, y a pesar de los esfuerzos, la red de redes no ha sido domesticada por el capitalismo. Salvo excepciones notables, no genera las facturaciones que se esperan de ella en virtud de su popularidad y su audiencia; no se pueden controlar sus contenidos ni censurar a quienes la usan para atacar a los poderes; no se puede evitar que la gente la utilice para intercambiar archivos y programas de software, y ni siquiera se ha convertido en ese inmenso centro comercial que la economía de mercado sueña.

Se puede hacer negocios rentables allí; Apple vende mucha música en su tienda virtual iTunes. Amazon vende bastantes libros, Google gana mucho con la publicidad contextual en su popular buscador y los medios de comunicación en línea empiezan a recibir el respaldo de los anunciantes. Pero estos son negocios consistentes que venden mercancías y contenidos y que han estado presentes en el sector por mucho tiempo. Pero ¿cómo serán rentables Facebook, Twitter o Youtube?

Es así como la red de la gente, la Internet libre, esa conformada por redes sociales y comunidades virtuales, en donde los humanos pueden ejercer los derechos que en el mundo real les son vedados, se resiste a ser domesticada. Al menos por ahora.

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